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Spaghetti Pampa. Canciones para Mart​í​n Fierro

by Nicolás Ferreiro

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1.
[Canto I] Aquí me pongo a cantar Al compás de la vigüela, Que el hombre que lo desvela Una pena estraordinaria Como la ave solitaria Con el cantar se consuela. Pido a los Santos del Cielo Que ayuden mi pensamiento; Les pido en este momento Que voy a cantar mi historia Me refresquen la memoria Y aclaren mi entendimiento. Yo no soy cantor letrao, Mas si me pongo a cantar No tengo cuándo acabar Y me envejezco cantando: Las coplas me van brotando Como agua de manantial. Yo soy toro en mi rodeo Y torazo en rodeo ajeno; Siempre me tuve por güeno Y si me quieren probar, Salgan otros a cantar Y veremos quién es menos. Mi gloria es vivir tan libre Como el pájaro del cielo: No hago nido en este suelo Ande hay tanto que sufrir, Y naides me ha de seguir Cuando yo remuento el vuelo.
2.
[Canto III] Cantando estaba una vez en una gran diversión, y aprovecho la ocasión como quiso el juez de paz... se presentó, y ahi nomás hizo arriada en montón. Yo no quise disparar, soy manso y no había porqué, muy tranquilo me quedé y ansí me dejé agarrar Al mandarnos nos hicieron más promesas que a un altar, el juez nos jue a proclamar y nos dijo muchas veces: muchachos, a los seis meses los van a relevar. Nos mandaba el coronel a trabajar en sus chacras, y dejábamos que las vacas las llevara el infiel. Una vez entre otras muchas, tanto salir al botón, nos pegaron un malón los indios y una lanciada, que la gente acobardada quedó dende esa ocasión. ¡lo viera a su amigo Fierro aflojar como un blandito! salieron como maíz frito en cuanto sonó un cencerro. Ahí no más me tiré al suelo y lo pisé en las paletas; empezó a hacer morisquetas y a mezquinar la garganta... pero yo hice la obra santa de hacerlo estirar la jeta. De la indiada disparé, pues si me alcanza me mata, y al fin me les escapé, con el hilo de una pata.
3.
[Canto VI] Vamos dentrando recién a la parte mas sentida, aunque es todita mi vida de males una cadena: a cada alma dolorida le gusta cantar sus penas. Se empezó en aquel entonces a rejuntar caballada, y riunir la milicada teniéndola en el cantón, para una despedición a sorprender a la indiada. Que en esta despedición tuviéramos la esperanza; que iba a venir sin tardanza, el jefe contó, un menistro o qué sé yo- que le llamaban don ganza. Nunca juí gaucho dormido; siempre pronto, siempre listo, yo soy un hombre, ¡qué cristo!, Nada me ha acobardao, y siempre salí parao en los trances que me he visto. En medio de mi inorancia conozco que nada valgo: soy la liebre o soy el galgo asigún los tiempos andan; pero también los que mandan debieran cuidarnos algo. Una noche que riunidos estaban en la carpeta empinando una limeta el jefe y el juez de paz, yo no quise aguardar más, y me hice humo en un sotreta. Volvía al cabo de tres años de tanto sufrir al ñudo resertor, pobre y desnudo, a procurar suerte nueva; y lo mismo que el peludo enderecé pa mi cueva. No hallé ni rastro del rancho: ¡sólo estaba la tapera! ¡Ay mi Dios si aquello era pa enlutar el corazón! ¡Yo juré en esa ocasión ser mas malo que una fiera! ¡Quién no sentirá lo mesmo cuando ansí padece tanto! Puedo asigurar que el llanto como una mujer largué: ¡ay, mi Dios: si me quedé más triste que jueves santo! Mas también en este juego voy a pedir mi bolada; a naides le debo nada, ni pido cuartel ni doy: y ninguno desde hoy ha de llevarme en la armada. Aunque muchos creen que el gaucho tiene alma de reyuno, no se encontrará a ninguno que no le dueblen las penas; mas no debe aflojar uno mientras hay sangre en las venas
4.
[Canto VII] De carta de más me veía sin saber a donde dirme; mas dijeron que era vago y entraron a perseguirme. Nunca se achican los males, van poco a poco creciendo, y ansina me vide pronto obligado a andar juyendo. No tenía mujer ni rancho y a más, era resertor; no tenía una prenda güena ni un peso en el tirador. Supe una vez, desgracia, que había un baile por allí, y medio desesperao a ver la milonga fui. Riunidos al pericón tantos amigos hallé, que alegre de verme entre ellos esa noche me apedé. Al ver llegar la morena, que no hacía caso de naides, le dije con la mamúa: va-ca-yendo gente al baile. a los blancos hizo Dios, a los mulatos san pedro, a los negros hizo el diablo para tizón del infierno. Lo conocí retobao, me acerqué y le dije presto: po-r-rudo que un hombre sea nunca se enoja por esto. Corcovió el de los tamangos y creyéndose muy fijo: ¡más porrudo serás vos, gaucho rotoso!, Me dijo. Pegué un brinco y abrí cancha diciéndoles: caballeros, dejen venir a ese toro. Solo nací- solo muero. Tiró unas cuantas patadas y ya canto pal carnero: nunca me puedo olvidar de la agonía de aquel negro. Y dicen que dende entonces, cuando es la noche serena suele verse una luz mala como de alma que anda en pena.
5.
[Canto VIII] Y como con la justicia no andaba bien por allí, en cuanto pataliar lo vi, y el pulpero pegó el grito, ya pal palenque salí como haciéndome chiquito. Monté y me encomendé a Dios, rumbiando para otro pago, que el gaucho que llaman vago no puede tener querencia, y ansí de estrago en estrago vive llorando la ausencia. Él andaba siempre huyendo, siempre pobre y perseguido, no tiene cueva ni nido como si juera maldito; porque el ser gaucho- ¡barajo!, El ser gaucho es un delito. Él nada gana en la paz y es el primero en la guerra; no le perdonan si yerra, que no saben perdonar, porque el gaucho en esta tierra sólo sirve pa votar. Vamos suerte, vamos juntos dende que juntos nacimos; y ya que juntos vivimos sin podernos dividir- yo abriré con mi cuchillo el camino pa seguir
6.
Matreriando 05:38
[Canto IX] Matreriando lo pasaba ya a las casas no venía; solía arrimarme de día, mas, lo mesmos que el carancho, siempre estaba sobre el rancho espiando a la polecía. Viva el gaucho que ande mal, como zorro perseguido, hasta que al menor descuido se lo atarasquen los perros, pues nunca le falta un yerro al hombre más alvertido. Se venían tan calladitos que yo me puse en cuidao; tal vez me hubieran bombiao y ya me venían a buscar; mas no quise disparar, que eso es de gaucho morao. Vos sos un gaucho matrero, dijo uno, haciéndose el güeno. Vos mataste un moreno y otro en una pulpería, y aquí está la polecía si te resistís hoy día. Pero en ese punto mesmo sentí que por las costillas un sable me hacía cosquillas y la sangre me heló; desde ese momento yo me salí de mis casillas. Di para atrás unos pasos hasta que pude hacer pie; por delante me lo eché de punta y tajos a un criollo; metió la pata en un hoyo, y yo al hoyo lo mandé. Tal vez en el corazón le tocó un santo bendito a un gaucho, que pegó el grito y dijo: ¡Cruz no consiente que se cometa el delito de matar a un valiente! Y ahi no más se me aparió, dentrándole a la partida; yo les hice otra embestida pues entre dos era robo; y el Cruz era como lobo que defiende su guarida.
7.
[Canto X / Cruz] Amigazo, pa sufrir han nacido los varones; estas son las ocasiones de mostrarse un hombre juerte, hasta que venga la muerte y lo agarre a coscorrones. Tampoco me faltan males y desgracias, le prevengo; también mis desdichas tengo, aunque esto poco me aflige: yo sé hacerme el chango rengo cuando la cosa lo exige. Yo nunca me he de entregar a los brazos de la muerte; arrastro mi triste suerte paso a paso y como pueda, que donde el débil se queda se suele escapar el juerte. ¡Grandemente lo pasaba con aquella prenda mía, viviendo con alegría como la mosca en la miel! ¡Amigo, qué tiempo aquel! ¡La pucha, que la quería! Pero, amigo, el comandante que mandaba la milicia, como que no desperdicia se fue refalando a casa; yo le conocí en la traza que el hombre traiba malicia. Es triste a no poder más el hombre en su padecer, si no tiene una mujer que lo ampare y lo consuele: mas pa que otro se la pele lo mejor es no tener.
8.
Ya veo que somos los dos astillas del mesmo palo: yo paso por gaucho malo y usté anda del mesmo modo; y yo, pa acabarlo todo, a los indios me refalo. Pido perdón a mi Dios que tantos bienes me hizo, pero dende que es preciso que viva entre los infeles, yo seré cruel con los crueles: ansí mi suerte lo quiso. Y yo empujao por las mías quiero salir de este infierno: ya no soy pichón muy tierno y sé manejar la lanza, y hasta los indios no alcanza la facultá de gobierno Si hemos de salvar o no, de esto naides nos responde; derecho ande el sol se esconde tierra adentro hay que tirar; algún día hemos de llegar- después sabremos a dónde. No hemos de perder el rumbo: los dos somos güena yunta. El que es gaucho ve ande apunta aunque inora ande se encuentra; pa el lao en que el sol se dentra dueblan los pastos la punta. El amor como la guerra lo hace el criollo con canciones; a más de eso en los malones podemos aviarnos de algo; en fin amigo, yo salgo de estas pelegrinaciones. En este punto el cantor buscó un porrón pa consuelo, echó un trago como un cielo, dando fin a su argumento; y de un golpe el instrumento lo hizo astillas contra el suelo. Ruempo, dijo, la guitarra, pa no volverme a tentar; ninguno la ha de tocar, por siguro tengaló; pues naides ha de cantar cuando este gaucho cantó.

about

Canciones para Martín Fierro.

Este es un disco con un principio y un final. Las canciones, en conjunto, dan sentido a la historia (que es "La Ida" del Martín Fierro).
Sin embargo, cada canción también funciona independientemente y puede escucharse (con sentido) en cualquier orden.
El sentido adquirido es mejor con el libro en mano.

credits

released September 29, 2016

Letras: José Hernández. "El Gaucho Martín Fierro", (1872)

Música: Nicolás Ferreiro

A excepción del tema 5 que es una versión de "Well, You Can Do Without Me" de Father John Misty. Fear Fun (2012)

Todos los instrumentos fueron tocados y grabados por Nicolás Ferreiro en La Refalosa, Wilde. Entre Abril y Junio del 2016.

Pablo Neptuno: Voz en "Por culpa de una Mujer".

Nicolás Zadubiec: Percusiones y arreglos en "De Vuelta Al Rancho" y "Matreriando".

Mezcla y Mastering por Santiago DeSimone en 7AM Mixing.

Tapa y diseño por Agus Wussy.

Audios y diálogos de "Martín Fierro", Leopoldo Torre Nilsson, (1968).

CGR Discos, 2016.

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Nicolás Ferreiro Buenos Aires, Argentina

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